El 15M fue un espontáneo vendaval de ilusión y esperanza. Esta insurrección pacífica, es la reacción de una
ciudadanía sedienta de participación; hastiada de sus políticos y sindicatos.
Los indignados pusieron en entredicho a la “clase política,
el capital, y los medios de comunicación” al grito de ¡Democracia real ya! ¡No nos representan!
Tomar las plazas significó devolverlas a su estado ancestral;
el ágora del pueblo, punto de encuentro y debate.
El mapa autonómico se teñía de azul mientras las calles
atronaban: “La Plaza es nuestra, la Plaza es del Pueblo”
Acampada BCN 26-5-11 (foto: Miguel García) |
Dentro del movimiento hay quienes piensan que se superaron
todas las expectativas, que se hizo historia. Por el contrario, otros piensan
que se desperdició una oportunidad
histórica para (r)evolucionar, que la protesta languidecerá ya que ha consumido
gran parte de su energía inicial, en la autogestión de las acampadas y sus complejas
asambleas.
Personalmente, no me preocupa la derrota. Ya vivimos en
ella. La lucha es el camino, nos hace más dignos. En el peor de los casos,
habremos plantado la semilla de la rebeldía para que generaciones futuras,
recojan el fruto del inconformismo.
¿Porqué hablar de lucha de clases es políticamente
incorrecto? Cuando nuca ha sido tan enorme el abismo entre pobres y ricos. ¿Acaso
nos han inoculado el virus del conformismo-borreguil? ¿O quizá sea alguna
vacuna anti proletaria?
Somos rehenes del poder financiero, sufrimos el síndrome de Estocolmo.
Un pueblo que se deja atropellar y no se levanta ante las
injusticias, denota una sociedad enferma.
Una juventud precaria con un índice de paro del 45% que no
se revela, es una juventud sin futuro.
El otoño ya está aquí, es previsible que con la cercanía de
las elecciones generales del 20N, el movimiento indignado del 15M cobre vigor
y, vuelva a ser foco mediático durante la campaña electoral. Veremos a los partidos agolparse en la puerta
de los bancos (Santander, BBVA, La Caixa) para financiar su ingente campaña
electoral repleta de demagogia y mentiras. “Todo
para el pueblo, pero sin el pueblo”. Gane quien gane, la banca siempre
manda.
A mí lo que me pide el cuerpo es el voto masivo en blanco,
como en “Ensayo sobre la lucidez”. Pero
supongo que acabaré arrastrándome sin ilusión a las urnas, para apoyar una de
esas fuerzas minoritarias de izquierda, mas por el respeto a la memoria de
nuestros abuelos que pelearon por el derecho a votar, que por convicción en un
sistema viciado de arriba abajo.
La
calle y las urnas: dos maneras de hacer política, dos formas de expresión
democrática.
Buenos días, Miguel.
ResponderEliminarEsta tarde tenemos los ciudadanos una cita ineludible en las calles.
Valores tales como la ética y la dignidad exigen que hoy todos contribuyamos a protestar globalmente, contra un sistema corrupto diseñado por y para el beneficio de una minoría cada vez más acaparadoramente delirante.
Debemos luchar pacíficamente desde nuestro inmenso poder: la capacidad de decisión. El pueblo sigue teniendo la sartén por el mango, por más que la clase política se empeñe en hacer creer que sin ellos estamos perdidos.
Una cita que no podemos obviar, aún y a pesar de la reciente adquisición de nuevo material por parte de los cuerpos policiales (compra realizada con dinero público, faltaría más).
Un saludo y muy buen sábado, Miguel.