Sí que es bueno, sí:
Bueno como el café descafeinado
con sacarina,
como la cerveza sin alcohol,
como un té sin teína.
Por qué no adelgazas, a ver si engordas, ¡cómprate esa ropa!, deja el chocolate.
Sí que es bueno, sí:
Bueno como un domingo en misa,
como un donativo a Cáritas,
como un comensal que no apoya los codos en la mesa
ni rebaña el plato con el pan.
Mira las noticias, hazte responsable, ¡siéntete culpable!, no seas idiota.
Sí que es bueno, sí:
Bueno como una autopista recta
sin curvas ni empinadas cuestas,
camino de límites vallados
con paisajes de neón.
Estás loco, pon los pies en el suelo, ¡baja de las nubes!, que te vas a matar.
Sí que es bueno, sí:
Bueno como un llanto contenido,
como una carcajada ahogada,
como un grito reprimido
o un gemido escondido.
Y ahora por qué lloras, no me des la lata, ¡no te da vergüenza!, no me seas niño.
Sí que es bueno, sí:
Bueno como los ángulos de un cuadrado,
como un plan de pensiones,
como vivir sin pasiones,
como morir sin vivir.
Sí, Señor. Sí, Señor. ¡Sí qué es bueno, sí! Tan bueno como la muerte en vida.
Buen retrato de la educación moralista
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