Conozco los fracasos,
las renuncias y las traiciones.
Conozco la derrota.
He resbalado por tantas y tantas mejillas…
Y aunque mi fluir congelado esté,
también sé de primaveras:
En este inerte letargo,
sueño que alborotando
volveré por los meandros.
Recorreré cada palmo de tu piel
hasta ser otra vez océano.
Y volaré
allá donde me lleve el viento…
¡Oh tierra, amada mía!
Seré el rocío que acaricie los pétalos al alba.
Seré pintura de color que salpique tus valles.
Seré la lluvia que moje tu pelo una tarde de abril.
Seré arrullo en la noche repiqueteando tras el cristal.
Sí, tierra querida,
volveré a ser líquida;
seré sudor
y seré saliva,
seré agua,
seré vida.
@15Mikel |
El eterno devenir de las cosas del que hablaba Heráclito es también ese riachuelo. Todo fluye, nada permanece.
ResponderEliminarTerriblemente emocionante, brotó también esa gota de mis ojos...
ResponderEliminarHermoso poema.
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